28.8.15

Vacaciones en la ciudad (86)

Hoy tenía una agenda: no valía sólo encerrarme a hacer tesis porque también tenía que hacer otras cosas… entre ellas confesar que hay un proyecto al que no llego. Me cuesta muchísimo hacer eso – evaluar y decir esto no. Pero ahora toca poner una prioridad...

Terminé de traducir en la mañana antes de mediodía, que tenía que salir a que me pusieran mis agujas. Hacía meses que no iba a una “puesta a punto” de acupuntura y la extrañaba – con todo y el miedo horrible que me siguen dando en abstracto. Últimamente tengo más miedos horribles: subirme a las escaleras de la obra, ponerme a la tesis, hablar con mi director… todas esas cosas. Y tumbada en una camilla en pleno Eixample, con veintitantas agujas clavadas por mi cuerpo, pensé en lo que me alivia pasar por esos miedos – darles la vuelta. Ahí, sin dormir, con los ojos entreabiertos, pensé en todas las maneras en las que se podría resolver la tesis (sobre todo esa última parte del segundo capítulo que parece que la escribió un marciano) y dónde cabe la caja de libros que tengo aún sin acomodar.

La ciudad está llena de turistas y como mi reunión de la tarde era en un edificio cerca del mar, aproveché para imprimir las cien páginas – ¡100! – que tengo para corregir. La reunión fue, como las agujas, más pacificadora que angustiante: había que pasar por ella, dejarla que fluyera, y resultó una plática de café esperanzadora. Después me fui con mis hojas a sentarme enfrente del mar, a ver qué podía hacer.
La verdad es que no corregí nada: hacía tanto viento que más me apetecía leer una novela y escuchar a los vecinos hablar de la pesca del día que pelearme con mis hojas sueltas. Y abrí la novela nueva, que es más bien una cosa quasi-académica. No es mala, pero al ver las notas al pie de página, casi se me revuelve el estómago – intentaré acabarla pronto y regalarla por ahí, en alguna esquina, para olvidarme de ella.

Al final, me vi con Miss M. y el Doctor Corazón a tomar algo en un chiringuito, como guiris. Nos atendió una camarera alemana que estaba de lo más divertida de tener clientes locales. Nos reímos, pagamos una cerveza carísima, pero resultó ser el cover a una luna maravillosa sobre el Mediterráneo. Me di cuenta, de nuevo, lo bonito que es verlos y lo mucho que los hecho en falta… Pero ya comenzamos a planear el esquema de viajes del próximo año, así que, todo bien.


La tesis: Hay 100 páginas impresas por corregir en papel. Debería hacerlo pronto. Me pienso ir con todo entregado. He dicho.

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